«Directo» y «Vueltas» eran dos profesionales que trabajaban para un mismo jefe. Cierto día, el jefe les planteó a cada uno de ellos un problema para resolver. Directo, profesional práctico y decidido, elaboró una solución, eliminó el problema e informó al jefe aquella misma tarde. Al jefe le alegró mucho que se hubiera solventado la cuestión, pero dedujo que no debía ser tan complicado si Directo lo podía liquidar con tanta prontitud. Así que le dijo unas palabras de cortés agradecimiento y consideró que se había limitado a cumplir con su trabajo.
Vueltas, en cambio, era maestro en el arte de hinchar las cosas. Había aprendido que para cosechar buenas recompensas no hay que resolver problemas sino «analizarlos» y «tramitarlos». De manera que Vueltas abordó así al
asunto:
Creó un expediente. Cuando el jefe le preguntaba sobre el tema, contestaba: «Estoy reuniendo datos para el expediente que he abierto para esto».
Envió a todas las personas imaginables una comunicación haciéndoles partícipes del problema.
- Contrastó todo e hizo un extenso informe recomendando profundizar más y hablar con más gente.
- Nombró una comisión que se reuniría para debatir el problema y todas sus ramificaciones.
- Nombró una comisión que se reuniría para debatir el problema y todas sus ramificaciones.
- Convenció al jefe de que participara en esta reunión, a la que debería asistir gente de otras áreas afectadas para tratar de marcar una directriz común.
- Seleccionó cuidadosamente un segundo grupo de trabajo que analizaría cada alternativa posible.
- Pasó orden al departamento de informática para que hiciera unas modificaciones complejas y un manual de procedimiento con todo ello enviando copias a todo el mundo.
¿Por qué se comporta Vueltas de esta forma? Al reemplazar la acción por el análisis, gana tres puntos a su favor:
1. No asume ningún riesgo.
2. Consigue destacar y establecer relaciones con toda la empresa.
3. Se luce ante su jefe: «Este Vueltas es el líder que necesitamos. Le di un problema difícil y no ha dejado piedra por remover. Ha puesto en marcha a todos y está logrando sacar adelante el asunto».
Claro está que posiblemente los Vueltas acaban por exasperar a todo el mundo, y todos les ven el plumero al final, por reiteración. O simplemente hundirán la empresa sin más, o acaban de altos directivos porque a veces se cumple un curioso axioma que dice: «Todo idiota acaba encontrando a otro idiota más idiota que él, que le considera un tipo admirable».
En cuanto a Directo, puede ocurrir una de estas dos cosas:
1. Que acabe por imitar a Vueltas harto de que no se aprecie su efectividad práctica y operativa.
2. Que abandone la empresa en busca de un lugar donde le reconozcan su eficacia.
En ambos casos es la empresa la que pierde. ¿En su empresa a quién se recompensa, a los Directos o a los Vueltas?
Del libro: G.E.R
