Puede que tengan un aire parecido, pero estos dos tipos de empleados plantean dos categorías diferentes de problemas. Las malas noticias son que algunos son las dos cosas.
Las personas negativas rechazan antes de analizar. No quieren decir sí. Les encanta decir no. Juegan según receta: conocen la fórmula de lo que les ha funcionado en el pasado y han prosperado dentro de ese marco. No quieren cambiarlo. El cambio es peligroso. La mejor manera de impedir que se produzca el cambio es decir no tantas veces como sea posible.
Las personas tóxicas son más peligrosas y, con frecuencia, más difíciles de reconocer. Reformulan constantemente cualquier posible avance de la empresa para convertirlo en uno que les beneficie, sin que les interese lo más mínimo si es o noves bueno para la empresa. Si la empresa se hunde, siempre pueden conseguir otro trabajo, ya que trabajan constantemente en sus curriculums y contactos. No les importa. No trabajan para la empresa; trabajan para ellos mismos. Los empleados tóxicos son sumamente sutiles, prodigiosamente políticos y potencialmente psicopáticos. Rehabilítelos o extermínelos.
