Yo no jugaba solo. Esa es la respuesta que suele darle Alfredo Di Stéfano a todo aquel que se le acerca con la intención de recordarle alguna actuación memorable o de elogiar su enorme talento. Es una postura innegociable hacia un juego colectivo del que él sólo se sentía parte.
¿Que puntuación le daría a este problema en una escala del 1 al 10? ( En la que 10 = muerte)Me hago esta pregunta con regularidad y he descubierto lo siguiente:
Ya no puntúo con 9 el estado del dormitorio de mi hija.
Ya no le pongo un ocho a mi reacción en la carretera cuando un conductor al que le cedo el paso no me da la gracias.
Gracias a esta actitud, estoy aprendiendo a ver lo problemas tal como son. Pocas veces, si es que sucede alguna vez, suponen una situación de vida o muerte.Si, la vida te golpeará a veces con situaciones de alta puntuación. Y nadie escapa a una de «diez» de vez en cuando. Pero la vida no está llena solo de puntuaciones altas. Del libro «Cómo tener éxito en la vida»
¿Es mejor ayudar para avanzar o dejar para desarrollar?
Un hombre encontró un capullo de una mariposa y lo llevó a su
casa para observar el momento en que esta saliera del mismo. Un día notó
un pequeño orificio en el capullo y entonces se sentó a observar por
varias horas viendo como la mariposa luchaba por poder salir. El hombre
la vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del
pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber
cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento.
Parecía como que se hubiese atascado.
Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y
con una pequeña tijera corto al lado del agujero para hacerlo más
grande, y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin
embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas
pequeñas y dobladas.
El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier
instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para
soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que
estaba. Ninguna de estas dos cosas sucedió, y la mariposa solamente
podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas
dobladas. Jamás logró volar.
Lo que el hombre, en su bondad y apuro no entendió, fue que la
restricción de la apertura del capullo y el esfuerzo de la mariposa por
salir por el diminuto agujero, eran parte natural del proceso que
forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que
alcancen el tamaño y fortaleza requeridos para volar. Al privar a la
mariposa de la lucha, también le fue privado su sano y normal
desarrollo.
Si tus sueños son pequeños. Tu visión será pequeña, tus metas serán
limitadas, tus blancos serán diminutos, tu camino será estrecho, tu
capacidad de soportar las tormentas será endeble.
Los sueños infunden sentido a la existencia. Si los tuyos son
frágiles, tu comida no tendrá sabor, tus primaveras no tendrán flores,
tus mañanas no tendrán roció, tu emoción no tendrá romances
Las presencia de los sueños convierte a los mendigos en reyes, y la
falta de sueños transforma a los millonarios en mendigos. Los sueños
hacen jóvenes a los viejos, y la ausencia de ellos hace viejos a los
jóvenes.
Estoy profundamente convencido de que la ventaja competitiva de una empresa radica en fomentar más deprisa que su competencia las capacidades de liderazgo de sus integrantes. El liderazgo no es solo para los que trabajan en los despachos de dirección. Independientemente de lo que hagas en una organización, , si consumes oxigeno tienen las capacidad de mostrar liderazgo. Para decirlo de manera sencilla, si tenemos alguna esperanza de llegar a la grandeza es necesario que lideremos todos, tengamos o no un cargo.
Me encuentro este relato leyendo un libro y me gustaría regalárselo especialmente a todas las personas de Hidro Rubber que no saben contener su ira en el trato o en la respuesta a los demás. Esas personas que dicen que tienen pronto, o que saltan…
Había una vez un niño que se enfadaba muy a menudo. Una tarde su padre decidió darle una bolsa de clavos y le dijo: “Hijo mío, cuando te enfades saca uno de estos clavos y clávalo en la valla del patio. Te sentará bien desahogar tu frustración”. Al final del primer día el niño había clavado veinticinco clavos en la valla.
Fueron pasando las semanas, y el niño, cada vez más consciente de sus enfados, empezó a clavar menos clavos en la valla. En ningún caso negaba la rabia, pero con el tiempo le resultó más fácil experimentarla en silencio y desprenderse de ella que clavar furiosamente clavos en la valla.
Llegó el día en que consiguió controlar su ira, y entonces su padre le dijo: “Hijo mío, ahora ve a la valla y saca un clavo por cada día en que no hayas podido controlar tu rabia y asumirla de manera responsable”. Al día siguiente, el niño fue a ver a su padre y le dijo que ya no quedaba ningún clavo en la vaya. El padre le contestó: “Estoy orgulloso de ti, hijo mío. Quiero que mires los agujeros que has hecho en la valla. Cuando se dicen las cosas con rabia, irritación o frustración se puede agujerear a las personas de la misma manera que tu has agujereado la valla. Aunque retires tus palabras y pidas perdón, la herida puede permanecer mucho tiempo abierta, así que sé amable y compasivo, y cuida a todas las personas de tu vida. La vida es un viaje corto y no hay nada más importante que las relaciones”.
Creo que en la actualidad muchas personas sufren una enfermedad. La llamo «la quimera de la acción».
Entre los síntomas se cuentan parecer siempre ocupado, quejarse constantemente de falta de tiempo y pasar innumerables horas en reuniones. De entre los síntomas que hacen que la enfermedad se cronifique, el más común es hablar de lo que haremos en lugar de pasar a la acción.
La quimera de la actividad hace que confundamos actividad con eficiencia, creemos que estar ocupados significa ser efectivos.
Entiendo que nos pueda gustar el ajetreo. Nos hace sentir importantes. Y es fácil confundir el movimiento y el trajín con progreso.
Te explicaré a qué me refiero.
Un caballito de balancín se mueve mucho, pero, ¿va a alguna parte? Y las conversaciones interminables sobre lo que haremos no sustituyen la propia acción.
¿Estás de acuerdo?
Una gran vida no se forja hablando, simplemente, de ella. Tener infinitas reuniones y muchos planes puede volverse una forma sutil , aunque también peligrosa, de evitar tomar decisiones o pasar a la acción.
La cuestión es que trabajar muchas horas y dejarnos la piel en nuestra profesión no es el secreto del éxito.
Lo que cuentas no son las horas que inviertes, sino lo que inviertes en las horas.
Si, es importante hablar y planificar. Pero todo esto tiene que llevarnos a alguna parte: a la acción.