Cualquiera de estas decisiones personales, salir de la zona de confort, aprender, ser empático, emprender, etcétera, requiere esfuerzo. Dado que el esfuerzo es lo que viene después del cansancio, sin una cierta consistencia personal y una buena dosis de autoexigencia no hay cambio personal. La queja no requiere esfuerzo, requiere la mayoría de las veces dejarse llevar gregariamente. Afiliarse a la queja es algo fácil.
Cambiar aquello que está en nuestra mano supone esfuerzo y asumir determinados riesgos. En las asambleas no se habla nunca de autoexigencia, solamente se perfecciona la queja.
Del libro; Esquivar la mediocridad
