Un día de finales del otoño de 1977, Atari tenía la clase de problema que la mayoría envidiaría: demasiado negocio. Como no teníamos suficientes empleados del turno de noche para tramitar el aluvión de pedidos para Navidad, decidimos que, durante dos semanas, todos los empleados tendrían que trabajar más allá
de su cometido normal. El plan era que todOs vinieran a última hora de la tarde, hicieran lo que tuvieran que hacer durante una hora y luego se encargaran del turno de noche en la cadena de
producción. Aquellas dos semanas no sólo resultaron ser muy divertidas, sino que, además, mejoraron el producto. Al estar en la línea de producción por vez primera, los ingenieros vieron cómo se montaban realmente sus ideas. Por ejemplo, no era eficiente tener un tornillo que necesitara más de tres vueltas para apretarlo y, sin embargo, descubrieron que algunos de sus tornillos exigían diez o más vueltas. Lo arreglaron, además de hacer otros cincuenta cambios. Por su parte, la gente de ventas aprendió muchas maneras nuevas de vender el producto, basándose en lo que aprendieron en la cadena, y las ventas subieron. Los contables fueron igual de perspicaces y descubrieron nuevas maneras de ahorrar dinero.
Asimismo, todos aprendieron a valorar el proceso de fabricación, porque los ejecutivos sólo fueron capaces de producir alrededor del 70 por ciento de lo que producían los trabajadores de la línea en un tumo. Algunos de los ejecutivos pensaban que esos trabajadoresfholgazaneaban, pero no tardaron en descubrir que
habían desarrollado una economía de movimientos que a los ejecutivos no se les ocurría cómo reproducir. Todos ganaron respeto hacia todos los demás y la creatividad se disparó.
