John Fitzgerald Kennedy a la mañana siguiente de ser elegido presidente de los Estados Unidos cuando le visitó su padre para felicitarlo y en tono algo guasón y familiar le preguntó:
– Y ahora cómo debo llamarte: John o presidente.
Su contestación fue fulminante:
– Llámame presidente, porque como presidente voy a tener que hacer cosas que John nunca haría.
Dl libro: Desnudando el alma del directivo

