La vida detesta a los fanfarrones, a los que dicen que harán y no hacen nunca. A los que simulan, a los que presumen. A menudo me preguntan por qué personas que no se lo merecen consiguen más cosas que la buena gente. La respuesta es bien sencilla. Quien consigue algo lo consigue porque actúa, para bien o para mal, pero actúa. En lugar de lamentarte por la injsuticia, actua. La vida no entiende de intenciones, sólo de acciones. Si actúas, lo consigues; si no actúas, no. Punto.
Del libro: Jugar con el corazón

