Cuando se enfrenta a algún problema, ¿se ha parado alguna vez a pensar y a preguntarse «por qué» cinco veces? Aunque parece fácil, tiene cierta dificultad. Por ejemplo, supongamos que una máquina deja de
funcionar:
· ¿Por qué se ha detenido la máquina? Se ha producido una sobrecarga y el fusible ha saltado.
· ¿Por qué se ha producido una sobrecarga? El cojinete no estaba suficientemente engrasado.
· ¿Por qué no estaba suficientemente engrasado? La bomba de engrase no bombeaba lo suficiente.
· ¿Por qué no bombeaba lo suficiente? El manguito de la bomba estaba estropeado y vibraba.
· ¿Por qué estaba estropeado el manguito? No tenía ningún filtro y entró un fragmento de metal.
Repetir «por qué» cinco veces, como hemos hecho en este ejemplo, nos ayudará a descubrir la raíz del problema y a corregirlo. Si no se llevara a cabo este proceso, tal vez simplemente se hubiera cambiado
el fusible o el manguito de la bomba. En ese caso, el problema volvería a aparecer a los pocos meses.
Preguntando «por qué» cinco veces y contestando cada pregunta, podemos llegar a, la causa real del problema, que a menudo se esconde detrás de síntomas más obvios.
Cuando surge un problema, si nuestra búsqueda de la causa no es minuciosa, las acciones que tomemos pueden no ser la solución. Por ello nos preguntamos repetidamente «por qué». Esta es la base científica
del sistema de Toyota.

