MEJORAR

La única forma de avanzar es a base de que nos hagan reconocer que no sabemos lo suficiente o que no hemos desarrollado todo nuestro potencial. La insatisfacción es el alimento de los objetivos por conseguir. No hay más. Sin la sensación algo desagradable de que quedan cosas por hacer no se persiguen los retos.

Creer que a uno ya no le queda nada por aprender y mejorar es empezar a  retroceder un poco cada día. Siempre hay aristas que limar y siempre hay cosas que enderezar. Esa actitud inconformista por seguir creciendo está relacionada con la curiosidad y el querer ir un paso más allá, y es la que permite no dormirnos en los laureles; un estado de insatisfacción saludable que nos impulsa a seguir evolucionando. Y para ello es bueno tener siempre alguien cerca —mentores o coaches, entre otros— que nos ayuden cada día a no perder nunca los pies del suelo, recordándonos mediante un buen feedback aquellos aspectos en los que todavía se puede dar un poco más. Como decía Kenneth Blanchard cierta vez: «El feedback es el desayuno de los campeones».

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